EL BESO DEL HURACÁN

EL BESO DEL HURACÁN

Agitado por el aire,
azotado por su fuerza,
se arremolina a mi alrededor,
me absorbe a su interior,
me posee como un demonio
pero con la pureza de un ángel.
El beso es delicado
como una gota de mercurio,
me hace girar como un derviche
hasta que no soy yo,
hasta que dejo de ser de carne y hueso,
y me convierte en una perla,
brillante esfera,
pulida y nacarada.

Me eleva de lo terrenal a lo etéreo,
me absorbe el alma,
una y otra vez me sacude,
me agita,
impacta contra mí,
sujetándome con fuerza
indómita e inconmensurable.

Entonces la suciedad y el polvo
que su violencia ha levantado del suelo
se va convirtiendo en una cortina de estrellas,
en una colección de diamantes
que van girando a una velocidad endiablada,
cada vez más veloces,
cada vez más intensos.



Los colores recorren mi piel,
lamen mi cuerpo,
me susurran olores al oído,
derraman sonidos en mi boca,
insuflan sabores en mi nariz,
veo figuras por las yemas de mis dedos,
acarician mis ojos sus miradas.

Los diamantes brillan
como las estrellas,
el aire sabe a miel.

Me dilato como un globo,
lleno de ideas.
Me ha vuelto a poseer,
me ha reclamado como suyo
y lo único que puedo hacer es
sentarme ante la hoja en blanco
y comenzar a fecundarla
con el esperma que me ha inspirado.

Extático como un coito,
intenso como el placer de amarse por primera vez,
tentador como un beso furtivo,
adictivo como un orgasmo.

Así es mi adicción.

Así es mi inspiración.

Quemando mi corazón como ascuas incandescentes,
consumiéndome si no les doy salida,
tensando mi cuerpo como un arco,
endureciendo mi carne como el acero templado,
lamiéndome la piel con la suavidad de la seda,
haciéndome sudar como un placer
hallado entre dos mares de sudor,
piel contra piel,
océanos de fluidos y placer
expelidos en un clímax brutal y extremo.

Así son mis diamantes,
alumbrando la infinita bóveda celeste.
Así es mi adicción.
Así eres tú, mi inspiración.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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