IN UTERO

IN UTERO

Floto ingrávido
en el líquido amniótico,
aislado en la matriz,
unido a la vida
por miles de canales
que emiten sinapsis
con las que escriben
una burda sinopsis
en un pretencioso intento
por definirme.

El dolor llega
en forma de calambre,
en forma de parto prolongado,
extendiéndose por toda mi estructura,
a través de canales invisibles
que ni yo mismo conozco.

Intento respirar,
pero mis pulmones
no pueden ingerir aire,
intento mirar
pero la luz se ha apagado en mis ojos,
intento moverse,
pero mis músculos se niegan a obedecer
más allá de una sencilla contracción.

Todo mi ser
me repudia.

Todo mi ser
reniega de mí.

Lo único que puedo hacer
es aguardar con paciencia
y aguantar el dolor
y la electricidad
que me invaden,
la sensación de tejidos al rasgarse,
el entumecimiento de mi alma,
mientras el líquido amniótico
me envuelve y acaricia
con manos grasientas
en pasadas lentas y largas,
disfrutando del momento,
apurando a cada sorbo
el placer de su dominio.

Me mantengo
retenido en este útero,
aguardando con paciencia
el momento de mi alumbramiento,
aguardando el momento
en que salga a la luz,
que mi piel se seque
que el frío exterior me azote
y el calor del sol me bese.

Que mis pulmones
puedan respirar
esta savia confusa y pútrida,
que conozcan otros aires
y nuevas atmósferas.

Que mis ojos
se deslumbren de colores y formas,
que vean maravillas e ignominias inenarrables
que a las palabras se escapen.

Espero el momento
de romper la placenta
y deslizarme fuera de esta matriz,
por el útero,
y alcanzar el gozo
en el clímax del estallido
de mi alumbramiento,
cual dragón revestido de sol.

Y, así,
desde la tumba de olvido
en la que me han querido confinar,
poderme erguir
una vez más
en mi resurrección.

Y,
erecto,
firme,
indomable,
deslumbrante,
volver a
VIVIR.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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