LA HUELLA EN EL DESTINO

LA HUELLA EN EL DESTINO

Hace mucho que nos dejó,
dejando su huella en el destino.
Erudito controvertido,
aislado socialmente,
eremita por decisión propia,
misógino y cultivado en el temor divino,
moldeaste en el barro de lo imposible
una cosmología increíble.

Maldades durmientes
desde tiempo inmemorial,
yacentes dioses,
ciudades ciclópeas
de arquitecturas inimaginables,
la forja de tu don
se hizo en el crisol
de la auténtica oscuridad.

En un intento por liberarte
de tu propia mentalidad atada
a convencionalismos y falacias,
urdiste un universo paralelo,
extenso y fecundo,
pero oscuro y tenebroso
que convierte en adicto
a quien osa posar sus ojos sobre el mismo.

De la Ignorancia a la Sabiduría,
de la Luz a la Oscuridad,
en la Universidad de Miskatonic te licenciaste,
memorizando el Necronomicón,
haciendo tuya la frase
"Que no está muerto lo que yace eternamente,
y con los eones extraños incluso la muerte puede morir".
Supiste de las verdades de los Primigenios y los Dioses,
osaste transcribir los nombres innombrables,
cavaste en la tierra un sembrado de miedo y tinieblas,
sin darte cuenta de que,
a la par,
también grababas tu propia tumba
en la tétrica y pútrida ciudad de Arkham.

Inspiraste a toda una generación
de genios narradores,
de personajes que convirtieron
la comunión de la tinta y el papel
en un acto místico y sobrenatural.
Muchos son sus nombres y,
al igual que Abraham,
tu legado es más prolijo
que las estrellas del firmamento.

En el ocaso de tu vida,
aquejado por la enfermedad,
abandonado del mundo,
alzaste los ojos al cielo
y murmuraste la plegaria al gran Primigenio:
Ph´nglui mglw´nafh Cthulhu R´lyeh wgah´nagl fhtagn
En la Ciudad de R´lyeh, el difunto Cthulhu, espera soñando.
Y soñando cerraste los ojos,
sumergido en el océano de las tinieblas,
en busca del templo sumergido y cerrado con el gran sello.
Mientras desaparecías en la oscuridad,
una luz se alzó hacia los cielos,
una última proclama,
tu huella final en el Destino:
I am Providence.

Y se hizo el silencio.

Pero el eco de tus palabras aún resuena.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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