PEZ EN TUS AGUAS

PEZ EN TUS AGUAS

En la tregua entre olas,
palpitando mi corazón,
mi alma serena,
pertrechado de neopreno,
con el aire encapsulado,
dispuesto a ser consumido.

Me besas con lengua de agua
y me perfumas de sal
me devuelves una mirada intensa
llena de chispas,
iridiscente,
que me eleva,
que me llama
a que me funda en ti
y formemos uno solo.

La caricia es al principio fría,
pero el tiempo la va calentando,
regulando su temperatura,
como mi ansia de ti.

Entonces,
presa de mi frenesí,
con el miembro palpitante,
te penetro.

Me sumerjo en tus aguas
y me deleito en la contemplación
de tus criaturas,
de los países fantásticos,
de los mundos ignorados,
de la vegetación maravillosa,
de tus vientos densos y sedosos.

Me convierto en pez en tus aguas,
en gota de tu sal,
en parte de tus corrientes.

Me deleito en el extático placer
del siseo del mercurio cristalizado,
la sinfonía de burbujas que va ascendiendo
hacia el mundo del aire y del ruido,
ese mundo que pretendo dejar atrás
para sumergirme aún más abajo,
más en tus entrañas,
perderme en ti
y dejarlo atrás.

Trato de retardar cuanto puedo
el momento de la partida,
el ascenso a los infiernos,
el dejarte atrás,
castigado por la maldición
de los pulmones de mamífero,
por no haber sido bendecido
por las branquias de tu ser.

La ascensión es amarga,
apurada,
como el último beso antes de la partida,
cuando la distancia nos separa,
cuando nuestros abrazos
no son sino recuerdo en la memoria
y el calor de los cuerpos
de la mente el tiempo arrebata.

Cuando rompo tu superficie
me acacias por última vez,
recorriendo mi piel gota a gota,
paso a paso,
dejando en mí la impronta de la felicidad,
el placer de reencontrar
la paz en tu profundo azul,
y la adictiva ansiedad de volver a ser
pez en tus aguas.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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