ALMAS MUERTAS

ALMAS MUERTAS

Sentado en la oscuridad,
temblando como un recién nacido,
rodeado por miles de tomos de saberes ocultos,
y conocimientos arcanos,
observado desde la lejanía por los nigromantes
y desde el frío espacio por los Primigenios,
aguardo mi momento.

Escucho sus voces
llamándome desde unas tinieblas
que parecen tener vida propia,
con volúmenes tridimensionales
dotados de vida
como si fueran seres vivos,
que lo son,
como si estuvieran vivas,
que lo están.

Sus voces tenebrosas y guturales me llaman,
me incitan a que me una a ellas,
a que forme un todo
milenario y oscurantista,
como desde la antigüedad inmemorial de los tiempos
viene siendo,
para adueñarse de mi vergüenza
y someterme bajo el peso de sus cadenas
de eslabones tan gruesos
que sólo los titanes de culturas extintas
pudieron haberlos forjado.

Me llaman,
me reclaman como suyo,
me llaman para que repte hasta ellas
como una sierpe,
como un animal al que le han amputado
todas sus extremidades,
para humillarme una vez más.

Un haz de luz ilumina mis ojos.
No es más que un instante,
el tímido desvelo de un relámpago
que ha entrado por alguna parte en mi biblioteca,
profanando mi ya profanado
sancta sanctorum en ruinas.
El velo de luz delata mis ojos desencajados,
mis iris decolorados,
sin matiz apenas de los tintes
que los alumbraron en otros tiempos,
unas pupilas que lo son de nombre,
mas no de tamaño,
pues no parecen mayores,
ni siquiera iguales,
a cabezas de alfiler.
Mi alma no es mayor que un ojo de aguja,
pero mi cuerpo se consume
por el calor del odio y de la ira.

Son almas muertas,
y quieren que yo forme parte de su cofradía,
penitente por toda la eternidad
por mis pecados,

sin posibilidad de redención ni perdón,
sin conmutación de la pena,
sin autoestima por la que amarme,
deseando clavar la tapa de mi ataúd
antes de hundirme en el pantano
y enterrarme entre el lodo y el limo de los fondos,
sin posibilidad de volver a ver
la luz del día
ni sentir
el beso frío de la luna.

Dejo que suceda.
Si me quieren,
me tendrán,
pero no sin lucha.
Abro las fauces.
Tyr sentirá que su muñón
le duele cuando oiga mi aullido,
y las sombras se estremecerán con mi rugir.
No habrá fiera como yo,
seré sin par en la batalla,
pues es la última.

Condenado estoy
a morir desde que nací,
sí,
pero he aquí quien luchó
contra las almas muertas
hasta el fin.

Dejo salir al lobo de mi interior
para que disipe las sombras,
mostrando los colmillos
refulgentes y aguzados
y la lengua reseca
sedienta de sangre.
Que Thor estremezca los cielos una vez más,
pues Fenrir viene a dejar su huella de fuego
entre las almas muertas
allende las sombras.


© Copyright 2014 Javier LOBO

0 comentarios:

 

Flickr Photostream

Twitter Updates

Meet The Author