ENTRE LAS SOMBRAS

ENTRE LAS SOMBRAS

Somos multitud en esta fiesta,
recorridos a lametones por las luces,
bebiendo sin piedad el licor de nuestras vidas,
fumando el tiempo sin prisas,
haciendo el tan ansiado paréntesis
que buscamos incesantemente en la necesidad,
como el filósofo su axioma,
buzos deseando llegar a la superficie
para inundar los pulmones
de esa bocanada de aire sucio
que limpie nuestras vidas.

Me pierdo en conversaciones
que no me interesan
entre volutas de humo
y anillos de alcohol,
hablando de temas que ni sé
ni me importan,

hasta que te veo.
Eres un reflejo entre las sombras,
pero estás ahí,
una silueta que recorta la luz,
un misterio que se oculta tras un enigma,
envuelta en una cortina de cabellos
y un antifaz negra.

Pero no hay sombras
que puedan apagar
el fulgor salvaje de tus ojos.
Brillan con la fuerza de mil soles,
brillan con el deseo impreso
en lo más profundo de sus pupilas.
Y me mira a mí,
haciéndome sentir como un dios,
oscuro objeto del deseo,
ansia extrema,
lujuria desatada,
promesa del clímax más intenso y estremecedor.

Nos vamos acercando,
rompiendo las paredes de oscuridad,
los muros de luz,
cruzando la niebla de nicotina,
hasta tenernos uno frente al otro.
No hay más mundo
que la barrea invisible que nos separa,
cristal blindado que no podrá detener
la fuerza de nuestras pasiones.
Estamos unidos por un hilo de oro invisible,
de tu mirada a la mía,
y tus jugosos labios me prometen
más placeres de los que soy capaz de imaginar.

El sudor perla nuestra piel,
y veo una gota salina deslizarse,
atrevida y osada
por tu cuello,
largo y delicado,
elegante como el de un cisne,
paseándose con brillo de mercurio líquido
sobre tu pecho,
perdiéndose en el canal
prohibido e incitador
de la conjunción de tus pechos.



Una mano de piel suave
y uñas largas y negras,
garras de pantera,
se pasea por el filo de mi mentón,
y me haces sentir débil,
indefenso,
esclavo de tu sexo húmedo y ardiente.
Mano felina,
mano demoníaca,
y tu voz resuena como un matiz sutil
por entre la música,
derramándose candente en mis oídos
y me prometes toda la pasión
que quiera si soy capaz
de corresponderte con mi alma.

Y cedo.

Buscamos entre las sombras
el rincón más oculto y oscuro,
la tiniebla más recóndita del infierno,
para unirnos en el primer beso,
prolongado y húmedo,
que hace que nuestras entrañas
se estremezcan de ansia y rabia,
deseando ambos fundirnos
en uno con el otro.

Palpito.
Todo yo palpita,
y me deleito en la visión,
blanco sobre negro,
de tus pechos plenos
subiendo y bajando
por la ansiedad de tomar aire y respirar.
Tu cuerpo es firme como un continente,
tu sexo es un volcán
por el que se derrama la lava ardiente
de tus entrañas.

Y yo soy el suicida que se arroja,
transido de placer,
riendo como loco,
al interior de tu caldera,
perforando tu cuerpo
en busca de tu rincón
más recóndito,
de tu secreto
más ignorado y desconocido.



Nuestras miradas despiden chispas.
Seamos uno,
dicen nuestros jadeos.
Sé mi súcubo,
que yo seré tu íncubo.
Estremezcamos
el Cielo y el Infierno
con nuestra unión,
que no haya un antes y un después
tras este momento,
sólo un ahora.

Y ahora es....

The Jesus Jones - The Devil You Know


© Copyright 2014 Javier LOBO

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