LA SORDERA EN LA OSCURIDAD

LA SORDERA DE LA OSCURIDAD

El juego se ha acabado,
se ha bajado el telón,
la obra ha terminado.
De tierra las paladas han callado,
produciéndose la sordera de la oscuridad,
las tinieblas del sabor a azufre y a lodo,
para comenzar el eterno vagar

en esta perdición.

No hay luz en esta entraña,
no hay mundo en este vacío,
no hay aire en esta muerte.
Sólo escucho los llantos de dolor
de aquellos que me precedieron,
sólo me llegan las lágrimas
derramadas por los labios
de los que ya nunca tendrán palabra.

Príncipes o mendigos,
qué más dará,
todos son iguales
una vez han cruzado
este umbral.

El portal se abre
con un quejumbroso rechinar,
eternos ecos
se extienden en la oscuridad,
dotando a las tinieblas
de formas nunca antes soñadas.

Miradas perdidas de ojos inquisidores
taladran los cuerpos desde infinitos ángulos.
Las lenguas chascan como látigos,
restallando sobre las espaldas,
desgajando restos de almas muertas,
obligándolas a penar
en su triste peregrinar
un día más.

En la sordera de la oscuridad
no hay risas ni luz,
no hay besos ni amor,
sólo hay dolor,
fuentes inagotables de penar,
guijarros de espinas
que se incrustan en la carne
como cuchillas,
y un penar
que se extiende por la sangre muerta
como un ácido,
corroyendo
lo que ha quedado del alma.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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