PAÑOS MOJADOS

PAÑOS MOJADOS

Hace mucho tiempo
que no nos vemos,
que nuestros rostros son
imágenes difuminadas
en la memoria,
suspiros de olvido,
que el tiempo va borrando
un poquito más
a cada segundo que pasa.

Nos volvimos adultos
y nos olvidamos
del ardor de nuestros pechos,
del latir del corazón,
de la fuerza de la voluntad,
del ímpetu del sexo.

Atrás quedaron
las miradas soslayadas,
los roces involuntarios,
los encuentros forzados,
las ganas de abrazarnos
cuando nadie nos viera,
los labios buscados
a tientas en la oscuridad,
el explorar
la piel de nuestros cuerpos
por debajo de nuestras ropas
con ansia voraz.

El tacto firme de tus pechos,
la suavidad de tu espalda,
el vello erizado en tu vientre,
el sudor resbalando por tu piel,
la humedad deslizándose
por entre tus trémulos muslos,
el gemido en tus labios.

El placer que compartimos,
la pasión que nos regalamos,
ahora no es más que un recuerdo
en nuestras memorias,
como las olas del verano,
como el sol en la playa,
como el aire de la montaña.

Vemos las imágenes como diapositivas
en el proyector de nuestras cabezas,
mas las sensaciones se han borrado,
quedándonos solamente una marca
cada vez más pulida,
cada vez más invisible.

Ahora te sueño,
como aquella mañana,
tras el cristal
perlado de lluvia,
con los paños mojados
sobre el cuerpo,
con la promesa
de la lujuria desenfrenada
de nuestros sexos,
con el ansia
del último beso.

Ya no queda nada de aquello,
más que el recuerdo borroso
de unos paños mojados...



© Copyright 2014 Javier LOBO

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