UN ASALTO MÁS

UN ASALTO MÁS

Sentado en una esquina etérea,
en mitad de la nada de ninguna parte,
el pecho arqueado
tratando de insuflar una gota más de aire
en los ardientes pulmones,
el cuerpo bruñido como bronce,
reluciente por el sudor,
y la sangre palpitando en mis sienes.

Los dientes castañetean,
duelen los golpes,
la piel se encuentra lacerada,
herida el alma.

Una voz en mi mente
recita el mantra:
sólo un asalto más,
sólo un asalto más.

Aquí no hay segundas tomas,
no hay coreógrafos de acción,
no hay nadie que diga corten.
La vida es un árbitro implacable,
un oponente temible,
que no da respiro a nadie,
ni vivos ni muertos.

Quisiera poder encomendarme
a alguna virgen,
a la talla de algún santo,
pero no hay nada,
no hay nadie,
sólo yo
y la fuerza de mi voluntad.

Vuelve a sonar la campana.
Señal de segundos fuera.
Me preparo para volver a combatir.
Ya no queda más tiempo,
no se puede hacer nada más.

Tañe la campana.



© Copyright 2014 Javier LOBO

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